lunes, 8 de febrero de 2016

Malena es nombre de mujer (IX)



No estaba resultando tan fácil como ella había creído en un principio. Seguía queriéndole, quizás por la propia inercia de su corazón, y allí estaba el hijo que habitaba su cuerpo para recordárselo a cada momento.

Cuando Malena salió del Luminous y de la vida de Tonio aquella terrible noche, decidió que rompería por completo con todo lo que había compartido con él y que empezaría de cero una vez más. Ya no era la misma que se buscaba la vida simulando no tener miedo cuando cría, ahora era una mujer y tenía más experiencia y más recursos; también más amargura y un bagaje mayor de decepción. Pero saldría adelante, estaba decidida; tampoco tenía más opciones.

No haber sido precisamente “ciudadanos ejemplares” tenía de bueno que gran parte de su dinero no estaba a la vista del gobierno. Eso le facilitó las cosas a la hora de reunir una nada despreciable suma procedente de diversos escondites. Lo consideró, no sin amargura, un pequeño pago por los servicios prestados. Después recogió lo imprescindible y dejó el apartamento que había compartido con el traidor, como le llamaría de ahora en adelante para sus adentros y para todo el que quisiera saber.

El pequeño estudio que sería su hogar de ahora en adelante estaba situado en una parte más modesta del barrio. No era gran cosa, pero recibía mucha luz y era barato; tenía que administrarse bien y ahorrar en lo posible si quería que le durase el dinero mientras descubría la forma de conseguir más. No había certezas en su vida en aquellos momentos, y mucho menos en ese aspecto. A ratos pensaba que quizás hubiera sido buena idea instalarse lejos de allí, a salvo de los fantasmas de su pasado, pero aquello era lo único que conocía y el único lugar que, por familiar, le ofrecía una pequeña sensación de seguridad. No se sentía con ánimos para ir mucho más allá.

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Gloria y Marcos salieron de prisión en apenas unas semanas. Tonio los exculpó insistiendo hasta la saciedad en que ellos no tenían nada que ver con las actividades ilegales del club. Según su versión y el contrato que habían firmado cuando los rescató de la ruina, él era el socio capitalista y el que tomaba las decisiones importantes. Nadie creyó que los hermanos fueran inocentes, pero tampoco pudieron encontrar pruebas de lo contrario; tuvieron que soltarlos. En realidad no se trataba solo de un acto de generosidad, los necesitaba fuera para que se encargaran de sus negocios y no llegar a perderlo todo. Solo puso una condición: Gloria no volvería a acercarse a Malena nunca más y cuando él estuviera libre le daría su parte y se marcharía lejos. La rubia aceptó, quizás porque había aprendido la lección, quizás porque pretendía ganar tiempo.

El primer encargo que recibió Marcos de su amigo una vez fuera de la cárcel consistió en buscar a Malena y asegurarse de que estaba bien, ayudarla en todo lo que necesitara, facilitarle dinero para que pudiera esperarle sin pasar apuros. Ya estaba al tanto de todo lo que había pasado y comprendía la reacción de Malena; de hecho, lejos de guardarle rencor, se sentía secretamente orgulloso de las agallas que había demostrado. Así era la mujer de la que él se enamoró, pensaba con un suspiro de añoranza anudado en la garganta.

Tonio era positivo por naturaleza y cuando se paraba a pensar con calma en el discurrir de los últimos acontecimientos, incluso era capaz de encontrarles un lado bueno: ahora ya no percibía aquella mentira como un espada sobre sus cabezas, se sentía liberado y aceptaba de buen grado el castigo a cambio de tener la oportunidad de empezar de nuevo. No más mentiras de ahora en adelante, nunca más. Malena seguía siendo su chica y esperaba un hijo suyo; si él podía perdonar y seguir adelante, seguro que ella también.

Pero se equivocaba, la joven no quería nada de él, ni siquiera noticias, y lo más que pudo hacer por ella era procurar que otros vigilaran sus movimientos y tratar de allanar su camino en espera de una nueva oportunidad para conquistarla. Seguía siendo la mujer de su vida y cuando la gestación estuviera más avanzada seguro que recapacitaba, o eso se consolaba pensando. Marcos la cuidaría mientras no pudiera hacerlo él.

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Dicen que la muerte es el final, pero a veces solo constituye un nuevo punto de partida. Así fue al menos para Jonás, que no conseguía superar la inesperada muerte de su esposa Miriam.

De nada le servían en esos amargos momentos sus cuentas bancarias, su floreciente negocio, su suscripción al club de vela o sus lujosas casas. Se sentía solo como nunca en su vida y, entre melancólicas brumas de alcohol, le dio por pensar, algo tarde ya, que se había equivocado con su hijo. De no haber sido por el maldito orgullo, que tampoco ahora le servia de nada, estaría a su lado y le serviría de apoyo. Lo cierto es que no entendía cómo había sido capaz de dejarle ir, de desentenderse de él; ni siquiera le dijo que su madre había muerto.

Fue entonces cuando decidió, desde la sombra, poner a alguien tras sus pasos y averiguar su paradero. Tuvo suerte, consiguió colocar a un hombre de su confianza en el entorno más cercano de Tonio. Camarero en el Luminous, suficientemente cerca de su hijo.

Julia C.

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Código 1602086466511
Fecha 08-feb-2016 12:36 UTC
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