domingo, 14 de junio de 2015

Historias ficticias de gente corriente - Echando los dados (I)



Parte I - Echando los dados

Marisa

Las dudas arrugaban su frente, pero se daba cuenta de que no habría muchos más trenes que tomar en su vida y apostó por éste, quizás el último: se desasió de las cuerdas que la mantenían a salvo dentro de los límites de lo convencional y se lanzó, por vez primera, a la aventura de lo “inapropiado”.

El era mucho más joven que ella, pero eso no importaba. Al fin y al cabo no se trataba de una historia de amor, sino de una transacción económica. Si sabía comportarse y ella le enseñaba un par de cosas sobre cómo funcionaba su mundo, seguro que le haría un buen servicio. Puede que incluso pudiera llevarlo como acompañante a algunos sitios exclusivos que ella frecuentaba y en los que no estaba bien visto acudir sola. Era un buen arreglo para los dos, y aunque siempre habría quien pudiera tildarla de “extravagante” (y de algunas otras cosas que prefería no imaginar), ella optó por considerarse una mecenas de la cultura a pequeña escala.

Tendría que dar algunas explicaciones en sus círculos pero lo pensó bien durante un par de semanas y luego aceptó la propuesta excitada.

Roberto

No era una alternativa muy ortodoxa, quizás ni siquiera muy dentro de los cánones morales de lo que le habían enseñado durante su infancia y juventud, pero cuando se tienen pocas oportunidades en la vida no se puede ser muy exigente con esas cuestiones. El no tenía nada que perder, así que lo intentaría; si salía bien sería su salvoconducto para poder emigrar a España de manera legal y asegurarse manutención y una educación de grado superior. El precio a pagar era pequeño, o eso creyó.

Se puso manos a la obra e indagó en montones de páginas de contactos por internet. Buscaba candidatas adecuadas para su objetivo: mujeres sin pareja ni hijos, adineradas, con ganas de experiencias nuevas y cierto tufillo a soledad en sus acomodadas vidas. Era preciso que desearan lo que él podía ofrecerles aún sin saberlo, y Marisa resultó perfecta casi desde el primer momento.

El muchacho echó mano de su encanto personal, que no era poco, y al cabo de un par de meses de “trabajársela”, tuvo la suficiente confianza con ella como para hacerle la propuesta. Todo fue sobre ruedas: consiguió que le enviara su pasaje de avión y dinero para los gastos y que se comprometiera a recogerlo a su llegada en el aeropuerto.

Marisa y Roberto

“Es guapo, mucho más que en las fotos, y con un cuerpo impresionante aún debajo de esa ropa horrible”, pensó ella. “Aun es atractiva, aunque seguramente me mintió sobre su edad. Apuesto a que solo su bolso ya vale una fortuna”, pensó él. Y cada uno en su papel se dispuso a respetar los términos del acuerdo pactado: Roberto estaría a disposición de Marisa en todo lo que ella pudiera requerirle, sin límites; ella a cambio le pagaría sus estudios de derecho en la Universidad, le daría alojamiento y comida y le proporcionaría una pequeña cantidad de dinero para sus gastos. El trato finalizaría en el momento en el que él se licenciara. Todo estaba claro para ambos, aunque ninguno había contado con los sentimientos. Esos no entienden de contratos.

La convivencia fue fluída y apacible durante meses. Para la mujer el aliciente de vivir acompañada por un joven atractivo que jamás la contrariaba y que estaba disponible para ella la mayor parte del día, era el mismo paraíso. Se deshizo en atenciones y regalos con él, le proporcionó un nuevo vestuario acorde a su edad y a la moda, le lució por toda la ciudad con el morbo añadido que procura el escandalizar a todos, le abrió puertas y desde luego disfrutó en la cama de su cuerpo a placer. Era como una segunda juventud plagada de alicientes para ella.

Por su parte Roberto se prestó a todo con buena cara y mejor disposición, consciente de que ese era su “trabajo” y de que en ello le iba su única oportunidad de progresar en la vida. Una motivación así puede hacer que pases por alto el hecho de vivir como en un frasco de vidrio del que solo puedes salir cuando tu ama levanta la tapa. 

Continuará...

Julia C.  

Código: 1506144328691
Fecha 14-jun-2015 17:16 UTC
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