Esa tarde Caperucita estaba invitada a
merendar en la nueva casa de su amigo el leñador. Era un hombre sencillo que no
había hecho otra cosa en su vida que trabajar con honradez, pero desde que
quedara viudo y a continuación heredara inesperadamente, había adquirido gustos
muy extraños. Podría decirse también que inapropiados, porque entre otras cosas
gustaba de la compañía del feroz y taimado lobo.
Caperucita, joven y audaz como
corresponde a su personaje en el cuento, estaba al hilo de esta amistad y
también de que el lobo les acompañaría a merendar. Lejos de sentir temor, como
hubiera sido lo natural, la embargaba la más viva curiosidad. ¿Un leñador
entrado en años y un lobo del bosque? Sí, a buen seguro que sería una tarde
entretenida, pensaba balanceando coqueta su cestillo lleno de confituras. Las
había preparado ella misma como obsequio para el leñador.
Recorría ya el último tramo del largo
camino bordeado de robustos árboles que conducía a casa de su anfitrión y no
podía disimular la sonrisa instalada en sus labios. Pensaba soñadora en cómo
sería vivir en un sitio tan hermoso y suntuoso y en lo que ella estaría
dispuesta a dar para lograrlo. Después de todo el leñador ya no era tan joven y
no podían quedarle demasiados años. Se desabrochó un botón más de la blusa por
puro sentido práctico, heredado por cierto de su querida abuelita, mientras
pensaba, sin saber por qué, en cómo serían las caricias de un lobo…
Julia C. Cambil
Código: 1505013989933
Fecha 01-may-2015 2:30 UTC
Licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0
Julia C. Cambil
Código: 1505013989933
Fecha 01-may-2015 2:30 UTC
Licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si tienes algo que decir no te lo calles. Este es un sitio para compartir :)