Dicen que hay un lugar donde
los desahuciados pueden recuperar las vidas que van perdiendo los gatos negros.
No es lo mismo ser una persona, claro, pero si estás dispuesto a correr los
riesgos, puedes apropiarte una de las siete vidas de un estúpido felino.
En la miserable aldea nadie conoce el lugar; hasta que empiezan a correr el oro y las preguntas, por supuesto. Más oro cuanto más desesperado te vean. En ese momento algunos recuperan la memoria y, por una buena suma, son capaces de llevarte hasta el pie de la montaña adecuada, no más allá. ¡Menudos miserables esos que se llaman a sí mismos Custodios del Secreto Negro! El resto del camino lo harás solo, y correrás la suerte que te toque, porque garantías no hay ninguna pero historias terribles a cientos.
En la miserable aldea nadie conoce el lugar; hasta que empiezan a correr el oro y las preguntas, por supuesto. Más oro cuanto más desesperado te vean. En ese momento algunos recuperan la memoria y, por una buena suma, son capaces de llevarte hasta el pie de la montaña adecuada, no más allá. ¡Menudos miserables esos que se llaman a sí mismos Custodios del Secreto Negro! El resto del camino lo harás solo, y correrás la suerte que te toque, porque garantías no hay ninguna pero historias terribles a cientos.
Cuando vuelvas del viaje, si vuelves,
quizás ya no seas exactamente tú, aunque eso no ha de ser necesariamente malo. Yo
tuve suerte, aunque me traje todas las cicatrices y deformidades del bicho, conseguí
escapar de mis acreedores de juego. Me asesinaron una vez, pero la siguiente,
ni me reconocieron.
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